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Los jubilados, epicentro de la resistencia argentina contra Milei

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En Argentina jubilados y jubiladas cada miércoles se concentran a las puertas de la Cámara de Diputados para exigir jubilaciones dignas, acceso gratuito a los medicamentos y atención médica de calidad. Cuentan que no llegan a fin de mes. Algunos tienen que seguir trabajando pese a haber superado los 70 años, incluso los 80. Otros dependen de la ayuda de sus hijos. El gobierno de Milei los reprime cada semana sin piedad.


 

 

El espíritu de El Eternauta sobrevoló la última manifestación de jubilados frente al Congreso argentino. “Lo viejo funciona, Milei”, escribieron en pancartas manifestantes mayores de 60 años. Esa frase popularizada por la serie de ciencia ficción ha calado en un colectivo que encarna el mayor foco de resistencia contra la motosierra del Gobierno de Javier Milei. Cada miércoles se concentran a las puertas de la Cámara de Diputados para exigir jubilaciones dignas, acceso gratuito a los medicamentos y atención médica de calidad. Cuentan que no llegan a fin de mes. Algunos tienen que seguir trabajando pese a haber superado los 70 años, incluso los 80. Otros dependen de la ayuda de sus hijos. Los hay que primero dejaron de salir a cenar fuera, luego de reunirse en el café y ahora hay noches que ni cenan; enfermos que racionan los medicamentos para que les duren más; y nuevos pobres que temen que este invierno les corten el gas por no poder pagar las facturas por primera vez en sus vidas.

 

Un grupo de jubilados participa de la protesta que se realiza todos los miércoles frente al Congreso de la Nación, en Buenos Aires, el 7 de mayo de 2025.

 

Pasados unos minutos, los manifestantes comienzan a dar la vuelta alrededor del Congreso, en una ronda similar a la que iniciaron en 1977 las Madres de Plaza de Mayo contra la dictadura. “Cuidado, porque ahora la cana (la policía) nos ataca con gases”, advierte una jubilada a los que ve que participan por primera vez. La tensión escala con rapidez. Los policías, armados y blindados, levantan los escudos para impedir que un puñado de hombres septuagenarios salga en ese momento del cordón y persiguen a los bastonazos a los que desobedecen la orden de cortar la calle. Entre los insultos que reciben hay uno que se ha sumado en las últimas semanas, “cascarudos”, en referencia a los bichos gigantescos inventados por Héctor Oesterheld y dibujados por Francisco Solano López en la novela gráfica que inspiró la serie.

 

Los manifestantes atrapados en el cordón de la policía.

 

Personal médico, fotógrafos, defensores de derechos humanos y varios manifestantes llevan máscaras -como el protagonista de El Eternauta, Juan Salvo- para protegerse de una amenaza más cercana que la nevada tóxica: los gases lacrimógenos que lanzan los agentes antidisturbios a los que bajan de la acera. Se propagan con rapidez y afectan a todos los que están en la zona.

Las protestas de los jubilados comenzaron mucho antes de que Milei llegara al poder. Fueron muy significativas en los años noventa, cuando Carlos Menem congeló las pensiones; repuntaron con el cambio de fórmula de actualización propiciado por Mauricio Macri y volvieron a crecer al final del Gobierno de Alberto Fernández, cuando los ingresos perdieron la carrera contra una inflación que escaló por encima del 200% anual.

 

Un jubilado choca con el cordón de las fuerzas de seguridad para impedir el paso durante la protesta que se realiza todos los miércoles.

 

Los más veteranos destacan que su situación empeoró más con Milei, en especial porque retiró muchos medicamentos que antes eran gratuitos, autorizó grandes aumentos en los seguros médicos y aumentó el precio del transporte, la luz, el gas y el agua, que durante años estuvieron hipersubvencionados por el Estado. Auguran un futuro muy difícil para todos aquellos que no hayan cotizado al menos 30 años a la Seguridad Social, una realidad que afecta a nueve de cada diez mujeres en Argentina: el Gobierno les cerró la puerta de la jubilación y sólo podrán aspirar a una pensión universal para adultos mayores, equivalente hoy a unos 200 dólares, el 80% de la jubilación mínima.

Otra novedad de la gestión de Milei es la violencia con la que reprimen a los manifestantes. “Quieren que tengamos miedo y dejemos de movilizarnos”, sugiere como hipótesis Rubén, un jubilado de 72 años. Fernando, de 75, coincide, pero cree que “nadie se salva solo” y los que regresan cada semana para manifestarse lo hacen porque tienen más miedo “de quedarse sin plata para medicamentos o incluso sin techo”.

Las imágenes de jubilados golpeados han indignado a muchos argentinos y distintos colectivos han comenzado a sumarse a ellos los miércoles. En marzo fueron los hinchas de los clubes de fútbol y después pasaron también sindicatos, empleados estatales, docentes, y trabajadores informales, entre muchos otros. El pasado miércoles, un miércoles más, la concentración terminó con represión policial y manifestantes heridos, entre ellos el padre Paco Olveira

Los jubilados, epicentro de la resistencia argentina contra Milei. Así describió la realidad que nos atraviesa la periodista Mar Centenera, corresponsal de EL PAÍS en Buenos Aires. Es licenciada en periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

 

 

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