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PRIMER TRATAMIENTO DEL MUNDO BASADO EN CÉLULAS MADRE

 

 

 

LA HISTORIA DE UN ÉXITO | El médico e investigador español Damián García Olmo ha creado junto a su equipo el primer tratamiento del mundo basado en células madre. En un par de años estará todo listo

 

Un gran avance médico realizado en España que cambiará la vida a miles de personas. Una historia que incluye una investigación de 15 años, un fracaso de los que tumban proyectos, un rescate in extremis, una pequeña empresa que sale de una universidad para acabar siendo comprada por 520 millones de euros y una investigación médica que abre las puertas a un cambio de paradigma en el tratamiento de la cicatrización. Y que deja a Tres Cantos (Madrid) como la primera gran factoría industrial de células madre en el mundo.

 

“El médico e investigador Damián García Olmo, actualmente en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, ha creado junto a su equipo el primer tratamiento del mundo basado en células madre. El Alofisel, como se llama el medicamento desarrollado por este grupo, ha recibido la aprobación de la Agencia Europea del Medicamento para tratar las fístulas derivadas de la enfermedad de Crohn, imposibles de cerrar en ocasiones. De momento los potenciales pacientes no son muchos, cierto. Pero habrá más”

 

“La importancia fundamental es que se ha demostrado que una estirpe celular funciona para mejorar la cicatrización de los pacientes”, explica García Olmo. La investigación de este equipo abre la puerta al tratamiento con células madre para cualquier tipo de cicatrización, explica el doctor, lo cual abre un universo aún por explorar, pero beneficiará en su momento a grandes quemados, complicaciones de la cirugía…

“De momento, el Alofisel empezará a comercializarse en toda Europa ya este mismo año. En casi toda Europa, en concreto. Por una cuestión técnica no lo hará en España. Que nadie se preocupe: los pacientes que lo necesiten podrán recibirlo a través del uso compasivo, asegura García Olmo, pero para que el medicamento se pueda comercializar en EE UU, el organismo responsable del país exige que se realice el ensayo clínico con sus ciudadanos, y justo están en eso ahora”

 

Pero como el equipo es español y en EE UU no hay tantos potenciales pacientes como para hacer un ensayo, se han cogido pacientes españoles, por lo que España está liderando la prueba. Lo que es un orgullo para García Olmo, pero “no se puede comercializar en tu país un medicamento con el que estás haciendo un ensayo”, explica. En un par de años estará todo listo, calcula.

 

EL CAMBIO DE PARADIGMA

 

El gran cambio de paradigma es que “hasta ahora el ser humano curaba con sustancias inertes”, explica García Olmo, y con el Alofisel se aprueba el primer medicamento vivo. El concepto es sencillo: se cultivan en un laboratorio células madre (el debate de la primera década de los 2000 sobre células madre adultas versus células madre embrionarias ha sido superado por la ciencia), se le inyectan al paciente en la zona afectada (la perianal, en este caso) y las células (“muy homogéneas y de altísima calidad” por haber sido cultivadas ad hoc en laboratorio) se encargan de cerrar la fístula sin que haya necesidad de inmunodeprimir al paciente para que no rechace el tratamiento, lo que venía siendo la técnica habitual hasta ahora.

“El proyecto nació en 2002 en una pequeña empresa spin off de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) llamada Cellerix, fundada por la ex Ministra de Sanidad Cristina Garmendia. De ahí la empresa se integró con la belga Tigenix, aunque seguía manteniendo su sede en Madrid. Por el camino, un gran fracaso en la fase III del ensayo clínico (la última y definitiva) estuvo a punto de llevarse por delante todo el proyecto, recuerda García Olmo. Cellerix pasó de 60 a 30 empleados, el proyecto se derrumbaba para incomprensión de sus padres, convencidos hasta entonces de que saldría adelante”

 

“Sin embargo, el equipo fue capaz de diagnosticar el error, corregirlo, y repetir la prueba, que se realizó en 52 centros de ocho países. En 2015, cuando iban a salir los resultados definitivos del segundo (y probablemente último) intento, García Olmo no cabía en su camisa. ‘Decidí irme a la playa porque no podía con la incertidumbre’, cuenta. Viernes, sábado, domingo… y nadie le llamaba, sin noticias de los resultados. No pintaba bien”

 

“Finalmente, me avisaron el domingo por la noche, a última hora. Que había salido bien. No te imaginas la alegría”, rememora. “No me lo podían notificar antes para que no tuviera información privilegiada porque es ilegal”. Habían roto la banca (sobre todo médica, pero no solo).

 

 

 

 

 

 

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